6 mar 2011

Marc Augé - El viajero subterráneo. Un etnólogo en el metro

El texto trata de crear una cartografía del metro como mundo social subterráneo. En particular el autor trata el metro de la capital francés como referencia personal y ejemplo general, aunque tiende a precisar que cada sistema por cuanto similar a otros, es diferente; aspecto que se tratará mas adelante.
El autor desglosa una serie de aspectos relativos a la vida bajo tierra del viajero subterráneo, que enlazados unos con otros crean un mapa del mapa de un metro. Una estructura simbólica y de referencias capaz de explicar aspectos importantes de la vida del transito. Aspectos que aquí se van enureando y guardando como algunos puntos clave del Viaje de una Vida.

 PLANO DE METRO COMO CARTOGRAFÍA DE LA MEMORIA

En primer lugar el autor describe como un viajero del metro pueda descubrir que su geología interior tiene puntos en común con la geografía de su ciudad, de las comunicaciones bajo tierra del metro que coje todos los días, y como esto hace despertar recuerdos dependientes a determinados puntos de ese mapa de la ciudad. Como se puede asociar por ejemplo un nombre de una estación a determinados periodos de vida, incluso a recuerdos bien precisos.
Aunque la mayor parte de los recorridos cotidianos en el metro son obligatorios. Por eso, uno no elige guardarlos en su memoria, sino que estos se impregnan en ella como algo automático y obligatorio.
"Los caminos del metro, como aquellos del Señor, son impenetrables: uno no cesa de recorrerlos, pero toda esta agitación sólo cobra sentido a su término, en la sabiduría transitoriamente desencantada de una mirada retrospectiva.
Hablar de metro es pues hablar ante todo de lectura y de cartografía".
 
LA PARADOJA DE LOS DOS OTROS

Las lineas del metro, como aquellas de las manos, se cruzan. Hay una particular relación con las personas con la que nos cruzamos en el metro. No sabemos nada de ellos, pero hay como la sensación de que cuando se cruzan las miradas por unos instantes pueda que estén pensando lo mismo que tu: haciendo balances, recapitular una situación.
Por lo tanto no solo estas lineas se cruzan en el plano, sino que también en la cabeza de cada uno que las transita. "Ocurre que estas lineas se cruzan sin cruzarse, como ocurre un poco con las lineas de las manos".
Sin embargo pero, dice el autor, hay que pensar en la paradoja que nace de esto, a la que el etnólogo está acostumbrado: “todas las culturas son diferentes, pero ninguna es radicalmente incomprensible para las otras.”
La experiencia del metro, llega a sustituir la paradoja del Otro (el otro cultural), con aquellas de los dos otros. Todos los que se encuentran en el metro son otros en el sentido propio del termino; la mayor parte de ellos tiene creencias y opiniones de las que ni siquiera se puede entender su lenguaje (y no habla de los extranjeros que tienen otra cultura). 
(Lo explica hablando de los jóvenes: nuestra historia personal se acelera mientras se ven los jóvenes que tienen todo el tiempo delante; cosa que desde otro punto de vista se invierte. Los jóvenes nos dejan en el lugar en el que estamos y nosotros sentimos que ellos serán quien hará la historia.)
Cada grupo constituye una falsa comunidad, tienen cosas en común, pero las diferentes relaciones con el tiempo, los destinos de cada uno, la historia de cada uno, los diferencia radicalmente entre ellos. Es decir, que solo nos sentimos próximos en la palabra de los demás.
Las generaciones entonces realmente no son nada, solo tienen recuerdos en común de acontecimientos generales. Por eso cada celebración y rememoración es esencial para mantener el estatuto de sociedad. 
Como decía Durkheim “no puede haber sociedad que no sienta la necesitad de conservar y reafirmar a intervalos regulares los sentimientos colectivos y las ideas colectivas que hacen su unidad y su personalidad”. ("Las formas elementales de la vida religiosa" , Madrid, Akal, 1982). 
Cualquier ceremonia, religiosa y no, sirve para tener viva la memoria colectiva, y lo que tiene viva la llama es el pasado compartido. 
En ese sentido los nombres de las estaciones del metro sirven un poco para lo mismo, aunque en la mayor parte de los casos funciona de manera implícita, ya que la mayor parte de las personas no piensan en el significado de los nombres de las estaciones cuando las cruzan cada día; menos los turistas que son aquellos que tienen viva la memoria reconduciendo los nombres de las estaciones a tiempos y lugares ilustres.

EL VIAJERO ASIDUO
Se reconoce rápidamente por la economía elegante y natural de su modo de proceder, por el perfecto dominio de sus movimientos. Cuando se acerca al andén, ya sabe si el ruido que se escucha es de su tren o un engaño debido a la estructura del bajo suelo, y economiza el esfuerzo y la esperanza de llegar a tiempo, ya sabe perfectamente la distancia que le separa del andén y entonces decide si probar la suerte y llegar a tiempo o esperar con calma el siguiente. Una vez llegado al andén, ya sabe donde posicionarse para que al llegar el tren haga lo mas mínimo esfuerzo para entrar, y además para salir a su parada y encontrarse lo mas cerca a la salida a lo exterior.
"Como la soltura de un artesano que modela su objeto de trabajo, el usuario del metro maneja el tiempo y el espacio, y es hábil para medir el uno con el otro".
Las actividades del viajero habitual del metro son variadas: la lectura ocupa una posición importante y relevante, alguna mujeres tejen, otros resuelven palabras cruzadas, otros escuchan música, otros no hacen nada, aunque a una atenta observación se les puede ver el pasar de una emoción fugaz, una preocupación, un pensamiento rápido.

LA LEY DEL METRO: EL HECHO SOCIAL TOTAL 

Si en el metro cada uno vive su vida, esta no puede vivirse en su total libertad. La ley del metro impone un recorrido individual vivido de manera colectiva: "la colectividad sin el festejo y la soledad sin el aislamiento".
Soledad seria la palabra clave para analizar el fenómeno social del metro desde fuera. La dimensión forzada de la sociabilidad, los vagones (los continentes), y los horarios que determinan la frecuentación (el contenido) determinan los diferentes niveles de soledad.
"No hay nada tan individual, tan irremediablemente subjetivo como un trayecto particular en el metro, y, sin embargo nada es tan social, como semejante trayecto. No solo porque se desarrolla en un espacio tiempo sobre codificado sino también y sobre todo porque la subjetividad que en él se expresa forma parte integrante, como todas las demás, de su definición como hecho social total".
Mauss habló de hecho social total para referirse a acontecimientos que implican la totalidad de la sociedad y de instituciones. (M.Mauss: “Essai sur le don”, en Sociologie et Anthropologie).
El hecho social total tiene 2 características: la primera es el lenguaje de la institución, la segunda es el carácter contractual.
El viaje en metro es individual pero al mismo tiempo tiene carácter contractual (la tarjeta semanal de viaje, descuentos etc.). En general es muy natural que un espacio colectivo de transporte surgiere un espacio contractual en el que cada uno, sin embargo hace lo que crea mas oportuno durante su transito.
-La actitud para saltar los tornillos es como un acto para enseñar el derecho al despreciar el contracto social.
-la “obligación” de la propina al músico que en 3 estaciones termina su pieza para evitar perder la mayor parte de su publico; aunque la prestación artística se refiere mas al transeúnte que al viajero del vagón, por lo tanto no está muy marcada la relación contractual del dar y recibir.
-La limosna de los mendigos, que parece haber aprendido que escribir en una pizarra o cartón su situación es mejor que pedir con voz, ya que de esa forma la obligación de devolver se transforma en la obligación de dar. En ese sentido es curioso y significativo el hecho de que hay siempre que explicarse a uno mismo la razón de la abstención a dar limosna.
SISTEMAS SIMBÓLICOS - Levi-Strauss

“Toda cultura puede ser considerada como un conjunto de sistemas simbólicos”.
Cada sistema mantiene relaciones con los demás, sea por el lenguaje, o las reglas matrimoniales, las relaciones económicas. No obstante cada uno de ello tiene su propio ritmo de evolución y los simbolismos de cada sistema pueden solo en parte traducirse con los simbolismos de otros.
Lo mismo pasa en pasar de un medio de transporte a otro, o incluso en cambiar las lineas del metro. Se pasa de un sistema a otro, y los transeúntes están dispuestos a cambiar de lenguaje, de lugar, listos para encontrar lo que les espera. 
Los lugares de conexiones, las estaciones, son lugares privilegiados para observar la idea de hecho total y de sistema simbólico, porque ninguno de los que se encuentran en ese lugar en el mismo momento tiene itinerarios idénticos: algunos regresan, otros parte, otros escapan. El sistema simbólico entonces, en ese caso se adapta a cada uno, se modela según su propio sistema, mezclándose cada vez con cada una de las vidas privadas.
Somos siempre mas sensibles a la apariencia de los seres y de las cosas, que es cada vez mas lo único que tiene sentido, somos mas sensibles al tono de voz que al discurso, al look que a la persona. En el metro esto se transforma en un cumulo de características sociales, cada uno aporta algo en la estructura del espacio, hasta crear una realidad del mundo que le rodea y una red de valores. Se crea un espectáculo: la imagen no cesa de confirmar la imagen, y este juego de imágenes es lo que define el universo simbólico que todos comparten.
Otro aspecto importante del sistema simbólico del metro es la cuestión de la imagen presente en los andenes de conexión, las publicidades, los carteles, las letras. La diferencia principal con otros sistemas de comunicación es el carácter fijo de las imágenes del metro. Se puede decir que en el metro, a la inversa de la televisión, es el espectador el que pasa y la imagen la que permanece.

"Cotidianamente los individuos toman itinerarios que no pueden dejar de tomar, atados a los recuerdos que nacen de la costumbre, y a veces la subvierten; los individuos rozan, ignorándola pero presintiéndola a veces, la historia de los demás, y pasan por los caminos marcados por una memoria colectiva trivializada, cuya eficacia solo se percibe ocasionalmente y a la distancia".
Marc Augé.